A principios del año 2000, recién licenciado en arquitectura por la Universidad de Venecia, llegué a Barcelona desde Bruselas, donde había estado trabajando en un gabinete de arquitectos y al mismo tiempo preparando mi proyecto final de carrera. En Barcelona, después de colaborar con los arquitectos R+B Roldán Berenguer en un proyecto que se presentó al concurso para la nueva sede de la empresa pública Barcelona Activa y que resultó ganador, y mientras trabajaba con dos colegas en varios proyectos para presentar a concursos, recibí una extraña llamada telefónica.
Al otro lado de la línea, la voz de una persona mayor me preguntó si estaba hablando con el arquitecto, si buscaba trabajo y si estaba dispuesto a tener una entrevista dentro de una hora. Al contestarle yo que sí, me comunicó que me esperaba en el Paseo de Gracia, número 30, y, sin añadir nada, colgó.
Yo al pronto pensé que se trataba de una broma, pero, en vista del corto plazo que me daba, no tuve tiempo de hacer las oportunas averiguaciones. Cogí, pues, unas cuantas imágenes de proyectos que había realizado y salí para allá.